LA CRISIS DEL FENTANILO: UNA EPIDEMIA AMERICANA QUE ACECHA AL MUNDO

Un enrevesado viaje, desde el primer brote de la crisis de los opioides, sumergida en corruptelas y engaños, hasta las actuales hordas de agostados zombis a la deriva, presos de una utópica pesadilla convertida en la realidad más temida de Estados Unidos.

Mayo de 2024

Daniel Soriano

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Se levantan las cortinas. No es más que otro día en la sombría vida de Claire Foster. A través de su ventana, se vislumbra un espectáculo dantesco que ya es costumbre cada mañana, donde la vida se detiene periódicamente: ese rutinario desfile de zombis, rodeados por el brillo amenazante de las jeringuillas, mientras vagan sin rumbo, sin alma, faltos de conciencia, por las lóbregas calles de Philadelphia. De pronto, se forma un nudo en su garganta, como si fuese la primera vez que presencia semejante atrocidad, y cuya aparición siempre antecede al surco de lágrimas que se abre en el rostro de una madre, marcada por el dolor y la esperanza, enfrentando sentimientos que siempre la llevan a acariciar con anhelo el marco del salón de su hijo, Trevor.

Kensington, abril de 2023

Este relato tejido con hilos de desesperación y codicia, de dolor y crudeza, nos sumerge en las profundidades de una realidad que no puede ser ignorada. La historia de una madre ávida por poder recuperar lo que un día el fentanilo se llevó de por medio, desgarrada por la implacable voracidad de una adicción que le arrebató lo más preciado que tenía.

La de Claire es solo una de las muchas tragedias que se despliegan recurrentemente y van marcando las páginas de nuestra historia, la de la humanidad. El de Claire es el eco de un grito colectivo; el lamento de una sociedad atrapada en las fauces de una crisis que consume cientos de miles de vidas al año; una pesadilla que, definitivamente, ha hecho saltar las alarmas en la sociedad americana… y en todo el mundo.

Este reportaje no es solo un registro de la desesperación, sino una llamada a la acción. Nos insta a mirar más allá de las estadísticas y ver personas, almas detrás de los números, a comprender que, en las profundidades de la desesperación, también yace la capacidad humana para la compasión y el cambio. En las líneas que siguen, descubriremos cómo, con empatía, educación y esfuerzo colectivo, podemos arrojar luz en las tinieblas, ofreciendo un rayo de esperanza en medio de la tormenta del fentanilo.

El origen del fentanilo

Corría el año 1960. Bélgica. Un reputado científico, Paul Janssen, y su séquito de confianza experimentan en el tercer piso del edificio de Statiestraat 78. Local que todavía figuraba dentro de la empresa Richter-Eupharma de su padre, Constant, gran culpable del posterior éxito de su vástago al haber adquirido décadas atrás una antigua fábrica a las afueras del municipio amberino de Turnhout. Como decía, Janssen buscaba a toda costa responder a la llamada del destino, desarrollando continuamente medicamentos para mejorar la calidad de vida de una población que estaba saliendo del periodo de posguerra. Pero, ¿qué buscaba? Sencillo, la creación de un analgésico más potente que la morfina. Y... ¿el fin? Muchos, conscientes de la ya por entonces demostrada eficacia de este opiáceo, cuestionaron en su momento el interés de llevar a cabo dicha búsqueda.

No obstante, lo que desconocían los detractores del joven Janssen era el hecho de que el químico se hallaba obnubilado. Desde bien joven mostraba un desparpajo y una intuición fascinante, es más, una de sus primeras pinceladas en el relato de la ciencia moderna, llegó cuando todavía era estudiante, ayudando en el desarrollo del paracetamol con el nombre de Perdonal. A posteriori, ya sumergido en la profesionalidad, su perseverancia fue el caldo de cultivo para que Janssen Pharmaceutica, fundada en 1953, fuese catapultada al estrellato merced a la labor de la plantilla.

El descubrimiento inicial del belga, la dextromoramida -otro analgésico opioide-, a mediados de los ‘50, estimuló el interés del químico belga por los narcóticos sintéticos, provocando que su intrínseca astucia fuese el as bajo la manga que tenía para abordar el reto de sintetizar el fentanilo. El propósito de Janssen no era otro que tocar las teclas exactas para desconfigurar las problemáticas que estaban desencadenando los opioides en los ‘60. Era necesario aliviar el dolor de los pacientes, ahora bien, en pos de una reducción notable de las dosis debido a su potente naturaleza adictiva, completamente demoledora. Y lo consiguió. Comenzando de esta manera a cincelar su leyenda…

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Antes de continuar...

¿Sabes lo que son los opioides?

Un opioide es un tipo de medicamento, una mezcla de sustancias que se extrae de la flor de la amapola real o adormidera y es empleado en el mundo de la medicina para reducir el dolor.

Los opioides son una familia muy amplia de sustancias, todas ellas actúan sobre los receptores opioides que tenemos en el cerebro. Indagando dentro de esta familia, se descubren muchos miembros diferentes. El fentanilo es uno de estos miembros, pero hay otros muchos similares molecularmente, pero que quizás tengan una diferencia pequeña en alguna estructura de la molécula o tienen algún átomo de más, variando así la potencia con la cual se enganchan estos receptores opioides.

Algunos analgésicos conocidos comúnmente recetados que son opioides:

  • Hidrocodona (Vicodin®) y Oxicodona (OxyContin®, Percocet®), Oximorfona (Opana®), Morfina (Kadian®, Avinza®) o Codeína.

¿Sabrías decirme si...

el fentanilo es opiáceo u opioide?

Muchos se preguntan también acerca de la diferencia entre opiáceos y opioides. Ambos, son medicamentos que se usan para tratar el dolor, en definitiva, sustancias derivadas del opio.

Hubo un tiempo en que los 'opioides' se referían solamente a los opiáceos sintéticos (creados para emular las propiedades del opio, aunque fueran diferentes químicamente). Ahora, el término opioide se usa para toda la familia de opiáceos: los naturales, sintéticos y semisintéticos. El término ‘narcótico’, que es usado también a menudo, se le atribuye a cualquiera de los dos tipos.

El fentanilo, por tanto, no es un opioide que encontremos en la naturaleza, sino que es una poderosa sustancia opioide desarrollada por el hombre. Más precisamente, un químico belga de 35 años en una fábrica antigua, al que se le reconoce su paternidad, como hemos visto previamente.

De icónico hallazgo a pesadilla...

Aparecemos de nuevo, esta vez un año más tarde, 1961. Fruto de su hallazgo, Janssen Pharmaceutica levanta el interés del poderoso grupo Johnson & Johnson, firmando la compra de la compañía belga. Decisión que llevaría el apellido de la familia al Olimpo de las farmacéuticas mundiales, expandiéndose por todo el mundo y consiguiendo que, poco antes del cambio de milenio, contara con más de 30.000 empleados. La casualidad estriba en que, a diferencia de otros, la fama a Janssen no le produjo relajo ni intención de bajar el pie del acelerador en la siempre onerosa élite científica, esclava del progreso, más dada a marcar la historia con éxito que con fracasos.

Los intentos en vano eran peccata minuta para el amberino. 'Perseverancia' era su apellido. Y al fin, tras búsquedas y búsquedas guiadas por un incansable afán de superación y un espíritu pionero, en la década de 1970, con la ‘potencia’ entre ceja y ceja como factor a mejorar, incrementó la potencia del fentanilo con la síntesis del carfentanilo. 

Aunque no lo parezca, ahí no se frenaría la carrera meteórica del científico, ya que en su historial final se registraría el desarrollo y la correspondiente comercialización de aproximadamente 80 nuevas sustancias. Dejando, en efecto, un legado incuestionable en el mundo de la medicina… pero inesperadamente también, en el de las drogas. Así de caprichoso es el destino… Su fallecimiento en 2003 no le permitió ser consciente de la mutación que sufriría su vástago, el fentanilo, medio siglo después, convirtiéndose en una espada de Damocles que pende sobre la sociedad estadounidense.

La familia del fentanilo... y la naloxona

"Es una poderosa sustancia opioide, esto quiere decir que interactúa con los receptores opioides que tenemos en las neuronas que son Mu, Delta y Kappa. Esta interacción con estos receptores produce una serie de efectos en el cuerpo, pues son muy valiosos para combatir el dolor."

La del fentanilo es una estructura que ha servido como raíz para sintetizar diversas moléculas -véase el alfentanilo, remifentanilo, sufentanilo y el carfentanilo-, todos usados principalmente como coadyuvantes para anestesia debido a su fuerte naturaleza. En bocas de expertos como Ana Muñoz, presidenta del ECUSA (Españoles Científicos en USA), “el carfentanilo, en particular, es 100 veces más potente que el fentanilo”, afirmación que respalda el prestigioso investigador, Antón Gómez-Escolar -también conocido como Drogopedia-, que a su vez, dibuja durante su explicación un ejemplo del uso habitual de este potente opioide: “no se utiliza en humanos, más bien es empleado en grandes mamíferos, ¿sabes cómo? con el típico dardo para dormir a los elefantes”.

"La principal preocupación de los efectos por el consumo de fentanilo es la depresión respiratoria, la cual tiene consecuencias letales si no se detecta y atiende a tiempo. Cabe señalar que la depresión respiratoria es potenciada por el consumo de alcohol y benzodiacepinas. La naloxona es un fármaco que antagoniza a los receptores opioides MOR, KOR y DOR. Desde su introducción en el mercado en 1961 y hasta la actualidad, la literatura científica ha mostrado de manera consistente que la naloxona carece de propiedades psicotrópicas y no tiene potencial adictivo. En 1971, la FDA aprobó su uso en casos de intoxicación aguda por opioides."

Aline Ostos Valverde, Martín Migliaro y Óscar E. Prospero García, médicos e investigadores de la Universidad Nacional Autónoma de México.

EE.UU. en la antesala de la crisis de los opioides

A raíz de la expansión y comercialización de los descubrimientos de Janssen Pharmacetica, bajo el trampolín de la corporación norteamericana Johnson & Johnson, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA), órgano controlador de los medicamentos en Estados Unidos, autorizó el uso del fentanilo en 1968. Se buscaba un opioide que tuviera el rol analgésico de la morfina, pero con menor efecto adictivo. 

Eso sí, si hablamos de adicción, hay que retrotraerse de nuevo al pasado. La historia de cómo Estados Unidos conoció al fentanilo, amén del resto de opioides, no es una comedia. Ni mucho menos. Ya no es que sea un mero y rudimentario camino plagado de sombras y luces, de hecho, se podría decir que se trata más bien de una travesía por un aciago callejón con alguna farola parpadeante. Todo un drama con tintes catastróficos y económicos, edificado sobre la ley de la oferta y de la demanda.

En este pasaje, se abre hueco un hombre. Agarra la pluma, en tinta hunde su punta y comienza a enarbolar sus memorias, recapacitando sobre cómo había llegado la crisis de los opioides hasta ese punto, ”si es de retorno o no, eso ya se verá”, inicia Jeffrey A. Singer, auténtica institución en el campo de la salud estadounidense. Su apretada agenda y la diferencia horaria nos privaron de una charla aún más profunda, si bien, a la postre, el madrugón de las 4 de la madrugada resultó tan revelador como delicioso con únicamente tres simples ingredientes: una obligatoria taza de café, mi grabadora y conexión vía videollamada entre Cantabria y Arizona.

El señor Jeffrey Singer es miembro principal del Instituto CATO (un grupo de expertos promotor de ideas libertarias en los debates políticos) y nada más y nada menos que del Departamento de Estudios de Políticas de Salud. Pero, por si eso fuera poco, también puede vanagloriarse de ser el presidente y fundador de Valley Surgical Clinics. Nació en los ‘50 -salpicado por los últimos coletazos de la posguerra-; creció con el inicio del conflicto de Vietnam (1955-1975); y fue testigo de una montaña rusa de vivencias y emociones en la historia reciente americana, en clave social y política, pero sobre todo, en el terreno de la salud.

Memorias del siglo XX

Durante la Primera Guerra contra las Drogas, en la primera mitad del siglo XX, se produjo una ola de arrestos y procesamientos de médicos en virtud de la Ley Harrison de Narcóticos de 1914. Dicha ley federal fue precursora, al ser una de las primeras más importantes sobre drogas en nuestro país, y, con sus modificaciones, fue la ley federal básica sobre drogas durante 56 años. Originalmente, no era más que una ley fiscal relativamente benigna, aunque en manos de los agentes del Tesoro se convirtió en una prohibición de facto. Así se encargaron de definir la práctica médica legítima, y se pasó a procesar a varios miles de médicos.

Como decía, la Ley Harrison mantuvo su reinado en la gestión de drogas hasta que se aprobó la Ley de Sustancias Controladas en los ‘70. Existían leyes anteriores, como la Ley de Exclusión del Opio de 1909, que reguló la importación de opio, pero la Ley Harrison fue vanguardista a la hora de regular en el ámbito nacional la venta y posesión de opio.

Aunque, la de los opioides es una historia que no se entiende sin la heroína, diacetilmorfina. Es más o menos lo mismo. Es más débil que muchos otros opioides legales ahora en los Estados Unidos, y fue legal hasta 1924. Pero en ese año, tras las mencionadas leyes antinarcóticos que entraron en vigor en 1914, se convenció de que la heroína corrompía la moral, mientras que la morfina no… comenzando a tratar un relato muy poco esperanzador.

El caso es que, a medida que la Primera Guerra contra las Drogas se intensificó, sus costes humanos se antojaron evidentes. Los delincuentes relacionados con drogas eran 2.529 de un total de 7.138 prisioneros federales. Sin duda, en 1925, la Corte Suprema debería haber detenido, o al menos ralentizado la guerra del Departamento del Tesoro contra los médicos…

Veníamos de un momento trágico con la guerra del Departamento del Tesoro contra los médicos, existía mucho miedo entre personal sanitario y pacientes con los opioides. Pero entonces las cosas empezaron a despegar con Richard Nixon y la segunda guerra contra las drogas…

Jeffrey A. Singer, miembro del Instituto CATO y presidente de Valley Surgical Clinics.

La Segunda Guerra contra las Drogas comenzó en la década de 1970, cuando el gobierno financiaba las campañas de adoctrinamiento, comenzaron a infundir miedo de opioides entre médicos y pacientes por igual. Esta ‘opiofobia’ hizo que muchas personas sufrieran innecesariamente. Los médicos temían que recetar opioides pudiera convertir a sus pacientes en adictos. O incluso peor aún, les preocupaba que prescribir opioides pudiese conducir a su arresto y la consiguiente pérdida de licencia para ejercer.

Cursé mi carrera universitaria durante la Guerra de Richard Nixon. Era estudiante de medicina. Nos estaban enseñando todos estos opioides en particular: “Son muy mortales, son muy peligrosos… etc.”. “Todo el mundo se vuelve adicto, con solo una dosis, una dosis te vuelve adicto.” Nos estaban contando este tipo de cosas…

A mediados de los '80 y principios de los '90, la literatura científica nos decía que el potencial de adicción no es alto. En 1990 decían los médicos: "Debes relajarte, no tengas miedo de prescribir". "No dejes que te altere la paciencia y te haga sufrir".  Entonces comenzamos a hacer eso, a recetar sin problema, y así, poco a poco, la gente superó su fobia a los opioides porque algunos tenían más miedo que los propios médicos, tan señalados en aquellas décadas pasadas.

Antaño, como hoy, había muchas personas que dependían químicamente de los opioides. Pero los consumidores de opioides de la época generalmente eran considerados menos moralmente reprensibles que aquellos que habitualmente consumían "ron demoníaco" en las tabernas, quemando sus sueldos noche tras noche y dejando a sus familias en la indigencia. Los consumidores de opio con un suministro fiable podían ser, y a menudo eran, miembros respetables de la sociedad. Mientras pudieran mantener un suministro, la adicción a los opioides no implicaba necesariamente casi ninguna de las imágenes que asociamos con los consumidores hoy: “adictos” demacrados, pálidos y enfermizos dispuestos a hacer cualquier cosa para conseguir la siguiente dosis.

Los ‘90 y el 'boom' del Oxycontin: germen letal

Entre sus líneas, Singer cuenta cómo, paulatinamente, fue cambiando la película: partiendo de criminalizar drásticamente los opioides a diseminar el subliminal mensaje: “no tengas miedo a prescribirlo”. El comienzo del fenómeno tiene un protagonista en este arco del relato, y no es otro que el analgésico OxyContin, producido por la compañía Purdue Pharma, propiedad de la aristócrata familia Sackler. Ingresó en el mercado en 1995, postulándose como el analgésico salvador, abanderando un principio de ‘inofensividad’ que resultó ser falso, y tan retorcido como Patrick Bateman en American Psycho.

Así arranca la zozobrosa travesía de Purdue y compañía, de cómo revolucionaron a golpes de agresividad los preceptos del marketing médico de la época, sumergiendo las consultas nacionales en una espiral de engaño mediante la extorsión con unas rompedoras pastillas, aparentemente inocuas, bajo el nombre de Oxycontin. No solo venían a borrar de un plumazo el siempre pesado dolor, sino que "no enganchaban", o eso clamaban...

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La perversidad de un clan que vio en la adicción montañas de dólares

Dicen las malas lenguas que la de los Sackler es una de las familias yanquis más vigorosas del mundo, incluso más que los Rockefeller, acentuados a menudo por su discreción y filantropía.

Su 'peak' comercial llegó antes del cambio de milenio, con el lanzamiento de OxyContin, casi tres veces más fuerte que la morfina. Las autoridades americanas dieron el 'ok' al medicamento ese mismo año y un lustro después, las ventas rebasaron los 1.600 millones de dólares, representando el 75% de los ingresos de la empresa.

En 2007, Purdue Pharma se declaró culpable de fraude, blanqueando el riesgo de adicción de su producto estrella. Asimismo, fue obligada a pagar multas por valor de $600 millones.

Frente al aumento del escrutinio público, más de una década después modificó su estrategia de venta. Fue en 2018, cuando la firma declaró el cese de la promoción directa de OxyContin a los médicos, además de poner a medio departamento de ventas de patitas en la calle.

"Estaban sobornando y llevando a cabo una serie de malas prácticas con los médicos para que prescribieran su fármaco." Inicia Evan Frost, portavoz de la Oficina de Servicios y Apoyos a las Adicciones de Nueva York (OASAS). Su primer paso fue a través del abuso de poder, que desembocó en una alteración de las guías clínicas, asentando estas sustancias en las masas y poniendo en jaque incluso la adictividad de estas sustancias. Ergo, no se puede decir tan a la ligera que la industria no manipula la ciencia.

De pronto, llegaron los tiempos de las vacas flacas en Estados Unidos, con la población adicta, ávida de pecado, y la sanitaria, sufriendo "la presión de tener que sobreprescribir de forma masiva". Perspectiva que comparten varios expertos en el marco de la toxicología, vivo ejemplo de ello es el doctor, Jesús Boadas Morales, miembro de la Red Toxicológica de Latinoamérica y Caribe. Aunque el médico dominicano no es tan partidario de ese discurso tan extremista en favor del mundo médico. Él es consciente de una acallada realidad. Mientras charlábamos, noté que su mente y corazón se encontraban librando una reyerta que, por fortuna, ganó la resistencia de su moral. Sintió que debía poner los puntos sobre las íes: "no olvidemos que hay casos muy lamentables por parte del personal de salud, involucrados en el tráfico de sustancias opioides..." 

El cóctel de la desgracia: robos, sobornos y... mentiras

Cediendo ante esta afirmación, el destino se puso manos a la obra. Y meses después de mi entrevista, se me vino el rostro del doctor Boadas a la mente cuando estaba leyendo el periódico. ¿El motivo? Lo reveló el procurador general panameño, Javier Enrique Caraballo, en una de sus declaraciones 'post-escándalo': "19.000 dosis de la droga fentanilo han sido extraviadas en el Complejo Hospitalario de la Caja de Seguro Social". Así, ante mi asombro, pude ver la reputación médica en el ojo del huracán de nuevo. En cierto modo, es entendible que Jesús tuviese voluntad por condenar toda mala praxis, acto que le honra, independientemente de que se estuviese granjeando el posible recelo de su colectivo. No obstante, es inevitable que su opinión la compartan otras voces distinguidas. como son las de Francisco Pascual, presidente de la asociación Socidrogalcohol, Carla Cabané, psicóloga, o Diego Calvo Merino, director del proyecto Adicción y Gracia. Todos ellos, comentaban con cautela la importancia de "ser conscientes" y "regular la prescripción" de los opioides debido a su potente y adictiva naturaleza intrínseca. Rememorando, de esta manera, los estragos que causó el 'boom' del Oxycontin a mediados de los '90 en Estados Unidos, que entre la espada y la pared, tuvo que cortar por lo sano reduciendo la posibilidad de prescribirlo a sus habitantes.

Esto nos lleva a pensar en las antiguas filosofías orientales predicaban multitud de teorías. Una de estas rezaba que "en todo lo bueno siempre hay algo malo", y dichosa sea la casualidad, que podría servir, para trazar un paralelismo con los magníficos avances médicos a finales del siglo XX. Aunque en esa partida participó gente hornada -validando la parte positiva del proverbio-, el problema vino en la otra cara del tapete, donde se estaba edificando cuidadosamente un castillo de naipes que acabó desmoronándose por completo. En efecto, el castillo que habían edificado cuidadosamente médicos corruptos, empresarios carroñeros y desalmadas farmacéuticas, todos rebosantes de ambición, sin percatarse ni un ápice de lo endeble que acabaría siendo la base de esa construcción...

a black and white photo of a human skull

Por desgracia, el fentanilo ha sepultado, como si de un enterrador se tratase, cientos de miles de vidas. Independientemente de ser igual de importantes que la vida de los anónimos, los fallecimientos de celebrities a manos de esta droga ha alimentado de sobremanera el debate social: ¿Hasta cuándo seguirá esa epidemia?

Tom Petty 2017

Prince 2016

Lil Peep 2017

Coolio 2022

"Un sustituto de la heroína" para la escasez

Cuando cayó la oferta de este derivado del opio, hordas y hordas de adictos sembraron el terror en las calles yanquis, prisioneros de la codicia y el vicio. La tarea era sencilla: buscar sustitutos más accesibles, como la heroína. Sin embargo, la escasez de esta, derivó en un escenario poco alentador. "En el mundo de las drogas, cuando hay una escasez, existe un problema, porque la demanda de drogas, generalmente es inflexible e inelástica, es decir, la gente va a seguir demandándola aunque quiten la sustancia", señala Gómez-Escolar (alias Drogopedia en el entorno digital). 

El engaño que cambiaría la historia

"El fentanilo, siendo altamente potente, fue diluido con otras drogas para crear un sucedáneo de la heroína. Así, muchas personas que creían consumir heroína, en realidad ingerían fentanilo cortado."
Guillem Casamayor, BCN A pie de Calle
"Se sabe que los productores ilegales usaban sustancias inertes, véase azúcar como principal ingrediente para diluirlo. Por otro lado, el fentanilo podía ser inyectado, inhalado o ingerido oralmente , ya que la mayoría de los psicoactivos pueden ser consumidos de varias maneras, no únicamente a la inyección, que es la imagen estereotipada asociada a los opioides."

Antón Gómez-Escolar, director de Drogopedia

Entonces, aparece. Exige el fentanilo su cuota de protagonismo en el rodaje de la crisis. Hasta aquel instante, rol secundario, de reparto, una droga desconocida fuera de los quirófanos. A partir de ahí, su impacto fue, delicadamente hablando, como una bola de nieve creciendo por la pendiente de la decadencia americana. Una disyuntiva que "alimentó la codicia de los cárteles que importaban y distribuían estas drogas allí, quienes empezaron a adulterar la heroína con fentanilo porque, aunque este fuese mucho más peligroso de dosificar era mucho más rentable transportable y fácil de importar."

El festín de los cárteles

"Tenemos que tener en cuenta que la aparición del fentanilo y, por consiguiente, la forma en la que entró en el mercado de drogas ilegales, fue, nada más y nada menos que como un adulterante."

Antón Gómez-Escolar, director de Drogopedia

"El fentanilo sin duda ha generado un malestar generalizado, un deterioro físico y mental y la fractura de fronteras entre México y EE.UU."

Francisco Pascual, presidente de Socidrogalcohol

"¡San Francisco estaba en Estado de Alarma cuando estuve! Era aterrador, la policía nos dijo que estaban probando con los toxicómanos mexicanos como si fueran conejillos de Indias, y de ahí a ofrecer una sustancia cortada, barata, fuerte y adictiva... normal que estuviese enganchado todo el mundo...".

Alejandra Andrade, reportera de 'Fuera de Cobertura' en Cuatro

Década del '20: clímax de la hecatombe

Según los fríos guarismos oficiales, en 2022 se hizo cargo de casi el 75% de las muertes por sobredosis, aproximadamente arrebató 100.000 vidas, casi 2.000 por semana. La mayoría, jóvenes, de entre 25 y 44 años. Un auténtico disparate. Lo que descubrieron los políticos es que "las muertes por sobredosis en los Estados Unidos habían aumentado exponencialmente desde al menos 1979", comenzaba Jeffrey entre carraspeos, “y no hay un final a la vista”, proseguía, clavando su mirada, profunda y rebosante de pesimismo, en mis entumetidos ojos. Recuerdo esa frase. Para mí, desoladora, pero me paro a reflexionar, y pienso en la sociedad americana, pues semejante pronóstico por parte de una de las mentes más brillantes en el campo de la salud estadounidense, son, valga la redundancia, el más preciso bisturí penetrando las entrañas de su futuro y bienestar.

"Lo único que ha estado cambiando es que en diferentes períodos de tiempo, diferentes drogas parecen ser más populares y prevalentes entre las drogas que causan las sobredosis." Se trata de una tendencia continua, según me comentaba el doctor Boadas, a colación de las crisis de drogas en el continente americano. Otros, directamente, buscan agarrar al toro por los cuernos. Devoto del humanitarismo, el señor Singer jamás desiste a la hora de buscar soluciones."Todo se debe a la prohibición". En efecto, era un mensaje que se repetía en su discurso intermitentemente, como si de una muletilla se tratase cada vez que le cuestionaba sobre la manera de abordar el dilema. 

"Antes de la prohibición del alcohol, la cerveza y el vino eran las bebidas más populares. Después de ésta, el costo de la cerveza aumentó en más de un 700%", volvía a encabalgar recuerdos sobre la Ley Seca, y cerraba: "Los contrabandistas preferían las bebidas espirituosas de alta potencia porque son más fáciles de transportar ilícitamente. ¿Resultado post-prohibición? El vino y los destilados respondieron a la llamada de la desorbitada demanda, cuyo incremento osciló en torno al 50%. ¿Sucedería lo mismo con el fentanilo? ¿Propiciaría su despenalización, regulación y control un desplome en el consumo?

Retrocedamos en el tiempo.

La era de la Prohibición en Estados Unidos (1920-1933) marcó un antes y un después en el consumo de alcohol. La búsqueda de placer y el afán por evadir las restricciones impulsaron un mercado negro donde las bebidas espirituosas de alta graduación, más fáciles de transportar y ocultar, se convirtieron en las reinas de la fiesta. El consumo de alcohol destilado se disparó, pasando del 40% al 90%, mientras que la cerveza y el vino quedaron relegados a un segundo plano.

Las similitudes con la crisis actual de opioides en Estados Unidos son escalofriantes. La demonización y persecución a los opioides recetados, considerados alguna vez como la panacea para el dolor crónico, ha empujado a muchos hacia el nuevo enemigo que acecha en la calle: el fentanilo.

Su potencia, cientos de veces superior a la heroína, lo convierte en un producto codiciado por los narcotraficantes, quienes lo mezclan con otras drogas sin escrúpulos, poniendo en riesgo la vida de miles de consumidores.

La Ley Seca

Ley de Hierro

"Cuando los narcotraficantes temen ser atrapados, prefieren la versión de mayor potencia de una droga. La introducción del fentanilo en nuestros mercados de drogas demuestra la ley de hierro de la prohibición en su forma más peligrosa. Esa potencia es útil para los traficantes de drogas pero peligrosa para los consumidores. La potencia del fentanilo significa que se pueden pasar de contrabando cientos de dosis en los rincones más pequeños de sobres, paquetes y contenedores de envío, y no existe ni mano de obra suficiente ni tecnología adecuada para detenerlo."

Trevor Burrus, investigador y miembro del Instituto CATO

Muchos adictos y consumidores de drogas, si no la mayoría, conforme al discurso de Trevor Burrus, colega investigador del doctor Singer en el Instituto CATO, "no quieren fentanilo y están tratando activamente de evitarlo". En un estudio cualitativo de consumidores llevado a cabo recientemente en Rhode Island, se reflejaba que “casi todos los consumidores habituales de heroína que afirmaron haber tenido experiencia personal consumiendo fentanilo ilícito o heroína contaminada con fentanilo informaron una fuerte aversión por sus efectos”. Simplemente... si esto es cierto, ¿cómo explicamos que catervas de zombis siembren el horror en las calles, emulando al más perspicaz acto promocional de The Walking Dead?

Metamorfosis zombi 

Sí, la paradoja más cruel de esta crisis reside en la posición del adicto. Así de simple. Es cierto que gran parte buscan desesperadamente evitar el fentanilo, conscientes de su letalidad. En cambio, la escasez de opioides recetados, producto de las medidas restrictivas (amén de otros reveses externos que tiene siempre la vida a disposición para hacernos caminar por la cuerda floja) empuja a los más vulnerables a "consumir cualquier cosa que puedan encontrar en la calle", exponiéndose a una ruleta rusa cuyas consecuencias se antojan tan nefastas como... ¿irrevocables?

Un futuro incierto, no cabe duda de que la situación llega al límite de lo kafkiano. Son demasiados los mirlos que vuelan cada mañana, espantados, simbolizando la ausencia de libertad de los drogadictos que han perdido el combate contra sus últimas dosis. Los cadáveres abarrotan las calles americanas, eso es un hecho. Y eso que, aunque parezca difícil, la gente permanece poniéndose del lado de la esperanza. Iniciativas como la de Matthew Friedman, son de las que dibujan sonrisas en rostros.

En el polémico programa de habilitación de salas de inyección seguras, introducido en el debate público del postrero lustro, Friedman se muestra como el verso libre de una sociedad cada vez más egoísta. Él, sabedor de que el síndrome de abstinencia (o mono, más conocido en la jerga popular) es irrefrenable y, en ocasiones, está por encima de cualquier psicólogo que ofrezca un discurso aleccionador. El joven ofrece heroína legal a los usuarios de San Francisco, resultando en una alternativa que busca, a través de la apoyada filosofía del harm reduction (reducción de daño), brindar un camino hacia la recuperación.

Antes tildaba de polémico el programa de las salas seguras. ¿No te has extrañado? No, en serio, pese a que pueda estar sujeto a multitud de opiniones, es un asunto que se ha ido diluyendo paulatinamente. Sin ir más lejos, en 2022, Gavin Newsom, gobernador de Californa, se interpuso en la experimentación con centros para usar drogas ilegales de forma controlada. Vete a saber el motivo, pero en 2018, dando sus primeros pasos hacia la gubernatura, veló por la idea, declarando estar “muy abierto” a ese tipo de programas. Ojo, que está en su derecho de cambiar de parecer, ya lo decía Immanuel Kant, "un sabio puede cambiar de opinión. El necio, nunca." Muy a pesar de Newsom, hay que decir que los centros de reducción de daño, ya existen en su país. Son dos, y se ubican en Nueva York. Abrieron en 2021, y desde entonces, han ayudado a prevenir unas 400 sobredosis.

Legal o no, es una sustancia pesada...

"Cuando estaba en pleno tratamiento, usaba parches transdérmicos. Al principio cumplía con los ciclos que me comentaban los médicos, pero poco a poco fui poniéndome más y más... era una sensación de euforia, me llegaba a despertar de placer por las noches."

"Cuando acabé el tratamiento, tenía un 'rescate' a través de un inhalador de fentanilo para que alguna vez pudiese a volver a experimentar la sensación esa de relajación total. Por suerte, me deshice de él y no he tenido ningún impulso, gracias a que mi cerebro lo asoció a mi etapa con cáncer, momento de dolor, tristeza...".

Rafa Tuñón, ex-paciente tratado con fentanilo durante la pandemia del covid-19

Ya lo decía el icónico escritor galo, Aleixandre Dumas, “la vida es tan incierta que la felicidad debe aprovecharse en el momento en que se presenta”. Sin embargo, la amenaza del fentanilo contrarresta esta afirmación, y cada día que pasa, aún más. Los muertos vivientes ya se cuentan por miles, arrojándose a un abismo sin retorno mientras sacuden las convicciones humanas más profundas sobre la fragilidad de la esperanza.

Ojeas el periódico/ hemeroteca, y ves que no es moco de pavo. La situación ha llegado a sentir la brisa del mar subiendo por sus pies, al borde del precipicio: "Más de 115 millones de pastillas que contienen fentanilo ilícito fueron incautadas por las autoridades en 2023" Un estudio respaldado por los Institutos Nacionales de la Salud destaca que el suministro de drogas ilícitas es cada vez más peligroso y el riesgo de que las pastillas no provengan de una farmacia. 

Narcos, médicos y farmacéuticas por un lado, del lado oscuro para ser más exactos, y adictos desprotegidos han jugado al Juego del gato y ratón, ¿quién es roedor y quién el felino? En particular, el fentanilo ilegal que se trafica de México a Estados Unidos proviene, como precursor químico en forma más pura, de China y Estados Unidos; posteriormente, los cárteles mexicanos lo reenvían a la Unión Americana en forma de droga.

Nuestro cerebro produce un tipo de péptidos (proteínas muy pequeñas) que tienen efectos semejantes a la morfina; en otras palabras, son sustancias endógenas que reducen o anulan el dolor.

Entonces el fentanilo es un opioide el fentanilo o los opioides tienen algo que les haga intrínsecamente adictivos o sea tienen algo que ya por su propia Constitución es adictivo a nivel fisiológico Y qué es lo que te vuelve adicto de los opioides

sobre todo que liberan grandes cantidades de dopamina en el núcleo acum que es una región cerebral muy relacionada con con el refuerzo y con repetir cosas no es decir cuando tú eh comes cuando tú tienes sexo cuando tú ha llevas a cabo comportamientos que tu cerebro entiende que son valiosos para tu supervivencia y que tienes que repetirlas en el futuro te premia digamos con eh una gran liberación de dopamina de bienestar y demás y ese proceso de construcción del refuerzo lo activa de forma muy muy muy heavy

El gran aumento en el número de muertes relacionadas con las drogas en los EE.UU. fue una de las razones por las cuales la esperanza de vida promedio ha disminuido desde 2015, por primera vez desde la Primera Guerra Mundial. Sam Quinones, periodista de investigación y escritor, es el gran cronista de la que las agencias de narcóticos ya consideran “la peor crisis en la historia de las drogas en Estados Unidos”. Refleja en The Least of Us (El más insignificante de nosotros, aún sin traducción al español), que retrata el país “en los tiempos del fentanilo y la metanfetamina”. gracias a ella, los narcos mexicanos abrazaron el milagro de la droga sintética y “pudieron dejar de ser los meros recaderos de los traficantes colombianos”. Al principio, importaban el fentanilo de China. Cuando Pekín anunció en 2019 que lo prohibía, sus empresas químicas empezaron a venderles los precursores necesarios para fabricar el potente analgésico. “Así fue cómo se convirtieron en los grandes productores y distribuidores de la droga, primero en polvo, y luego disfrazada de pastillas falsas. Al comprobar su enorme potencial, reorientaron su negocio e inundaron Estados Unidos”. 

ya no solo te está diciendo que no te drogues, sino que dicen bueno, ya que va a ser imposible controlar que nosotros de la gente al menos que se drogue de manera más natural, no?

o diría: está bien, si vas a usar una droga opiácea de forma recreativa, preferiría usar una pastilla para el dolor recetada que sabemos que la fabrica esta empresa y que tiene esto en estos miligramos y es pura y él la obtuvo. una farmacia. Prefiero usar eso y algo que le compraste a alguien que no conoces en la calle.

Antes, los analgésicos potentes tipo opioides eran muy atractivos para determinados grupos sociales que viven en situaciones de marginación o exclusión social, como personas sin hogar o en situación de pobreza. Esto ha alimentado aún más la epidemia. Inicialmente, la gente no demandaba fentanilo, demandaba heroína. Sin embargo, la heroína que recibían venía cortada con fentanilo.

ISABEL SIERRA + RAFA TUÑON crisis del fentanilo, una epidemia que ha encendido las alarmas en el corazón de Norteamérica y que ahora acecha, sigilosa, como un espectro implacable, al resto del mundo. El descubrimiento fue genial, ¿por qué iba su adaptación a la cultura americana. Se ha colado en el Monte Rushmore de las drogas.

“Cuesta creer que China, que ha demostrado una enorme “eficacia“ en su política de control de toda la población sin cortapisas legales y con la tecnología más avanzada, no sea capaz de atajar el envío de precursores destinados a la fabricación de fentanilo. Por uno u otro motivo no muestra una voluntad plena y real para detener la participación de su país en este problema”

“Lo que es absolutamente demencial es que la primera potencia mundial no sea capaz de proporcionar cuidados a su población, y los tenga ahí tirado en las calles drogados al límite de la resistencia humana.”

“Para China fomentar la producción y venta hacia EEUU es un torpedo fantástico para impactar en la línea de flotación de su enemigo.”

“Quien preguntaba por qué EEUU deja tirados a miles de sus ciudadanos en las calles, es simplemente porque ellos ven el mundo en función coste-beneficio; les es más barato que se mueran de asco que darles un tratamiento hospitalario y seguimiento. Creo que el declive de su imperio es inminente.”

Guerra fría entre vecinos

En las oscuras calles de Chicago, lejos de la mirada vigilante de un anestesiólogo, el fentanilo se erigía como un fantasma letal, apodado con crudeza "inyección letal". Su llegada se remonta al 2006, cuando un químico apodado El Cerebro, Ricardo Valdez-Torres, tejió una alianza con los hombres de Joaquín Guzmán Loera, El Chapo. Valdez-Torres, convencido del lucrativo negocio que representaba el fentanilo (fetty en la jerga callejera), los persuadió de abandonar la efedrina y enfocarse en la producción de este opioide sintético.

Sin embargo, el destino tenía otros planes. Tras enviar solo 10 kilos de fentanilo a Estados Unidos, Valdez-Torres fue arrestado en México. Antes de caer en manos de la justicia, advirtió que la potencia de la sustancia exigía diluirla hasta 50 veces antes de su venta. Un mensaje que, tal vez, nunca llegó a sus destinatarios o que, en la desesperación de la adicción, fue ignorado.

"Parte del problema, tanto entonces como ahora, reside en la ignorancia de los traficantes sobre el manejo y corte del fentanilo", afirma Quinones. La policía, alertada por la irrupción del fentanilo, desmanteló el laboratorio de Valdez-Torres, cortando de raíz el contagio en esa oportunidad.

Sin embargo, la sombra del fentanilo ya se había extendido, y su letal danza solo había comenzado. La historia de El Cerebro sirve como un crudo recordatorio del peligro que entraña este opioide sintético, una amenaza que exige atención urgente y estrategias contundentes para frenar su avance y proteger a las comunidades de sus devastadoras consecuencias.

cuando autoridades estadounidenses rastrearon su procedencia hasta un laboratorio clandestino cerca de Toluca, Estado de México. Años después, en 2015, uno de los operadores del laboratorio, Ricardo Valdez-Torres se declaró culpable de producción y exportación ilegal de fentanilo en una corte de Illinois, además aseguró haber comprado el principal ingrediente químico (10 kilos de fentanilo) en 2005 a una empresa china de nombre Kinbester, la cual está ubicada en Xiamen, China. A A partir de entonces el gobierno estadounidense comenzó a regular esta sustancia bajo la Ley de Sustancias Controladas.

Las alarmantes cifras despertaron a Estados Unidos a un problema que ha acabado convertido en otro campo de batalla político, entre Estados Unidos y México, así como en clave interna, con los republicanos usando el fentanilo como arma arrojadiza por las políticas de la frontera de la Administración de Joe Biden o por la gestión del aumento de la criminalidad de las grandes ciudades, donde acostumbran a votar demócrata. San Francisco se ha convertido en el gran símbolo: allí ha muerto desde 2020 el doble de personas por sobredosis (unas 2.000) que a causa de la pandemia. A Quinones, que fue reportero de Los Angeles Times, le “sorprenden” esos ataques, teniendo en cuenta que “Donald Trump fue presidente en los años en los que el fentanilo se extendió por todo el país”. “Las autoridades locales están sencillamente desbordadas”, añade. “Este es un problema que tiene que afrontarse como asunto nacional”.

Entre 2007 y 2010 la mayoría de los cultivos erradicados por el ejército mexicano fueron de marihuana; no obstante, a partir de 2011, la erradicación de hectáreas de siembra de adormidera ha superado a la de marihuana. En 2015 se erradicaron 262 hectáreas de adormidera y sólo 59 de marihuana.

En las páginas que siguen, espera un viaje intrépido a través de testimonios y vivencias, donde el fentanilo ha dejado su huella. La exploración de los recuerdos angustiantes de comunidades desgarradas, enfrentándonos al lado más oscuro de la realidad contemporánea de los profesionales de la salud. Con la determinación de la periodista Nellie Bly, cuyos reportajes audaces dieron voz a los marginados y expusieron las injusticias sociales, nos sumergimos en el abismo de esta ya reconocida en EE.UU. como “epidemia”, desentrañando sus raíces profundas y sus ramificaciones globales.

Para qué más, se pregunta. Como premio a su bonhomía, el destino le adjudicó en la lotería de la vida un hermano homosexual y una sobrina 'ligera de cascos'.

pundonor, tela de juicio, idiosincrasia...

Europa, Quo Vadis?

Europa está resistiendo la embestida de este narcótico con una potencia 100 veces superior a la morfina y una capacidad de adicción sin precedentes.

En España, como otros países europeos, podemos llegar a creer que ese problema no nos llegará porque somos un modelo de sociedad menos individualista que la de Estados Unidos, y en el que disponemos de un mayor sistema público de protección social. Podría ser un grave error. En Canadá, donde el sistema de seguridad social es similar al europeo y que utiliza los mismos medios de protección en otras áreas, el problema es cada vez mayor y va alcanzando cifras similares a las de su país vecino

o Estados Unidos que es un país que tiene una gran eh desigualdad social que tiene mucha pobreza que hay mucha gente sin hogar tenga esta epidemia tan candente tan enorme y luego otras zonas Como por ejemplo puede ser la Unión Europea en la cual no tenemos un estado digamos eh Tan desigual sino que hay un estado mucho más social en el cual pues no no hayan la pobreza no es tan acuciante no hay gente viviendo no hay tanta gente viviendo en la calle pues todavía no hayamos visto epidemias de opioides tan enormes como la que se está viviendo en Estados Unidos ahora mismo pero bueno

toco madera porque estas cosas nunca sabe cuando puede cambiar de hecho es curioso porque el propio director científico de la agencia Europea de drogas Paul griffit dijo hace unos meses que que aunque pudiese parecer paradójico lo que nos estaba protegiendo en Europa del frente ailo era la heroína porque aquí tenemos heroína bastante abundante Y entonces una persona que puede elegir entre her y fentanilo en un estado digamos un consumo problemático No no estoy hablando de nivel hospitalario va a preferir la heroína pu la heroína es más euforizante es más segura a nivel a nivel del cuerpo

pero de momento toda esta historia no se ha dado en Europa ni en Sudamérica y esperemos que no se de Aunque una escasez de heroína en Europa que podría producirse tras la reciente erradicación del cultivo de opio en Afganistán por parte de los talibanes podría plantear un escenario muy peligroso Recuerda que la información es poder Pero también es salud

Un enorme agradecimiento al grupo de profesionales que han hecho colaborado en esta investigación:

Jesús Alberto Boadas, Diego Calvo, Carla Cabané, Antón Gómez-Escolar, Alejandra Andrade, Rodrigo Tovar, Juana Sánchez, Marina Triviño, Laura Martínez, Jovaisa Herrán, Luz Mari Brígido, Guillem Casamayor, Eugenio Fernández, Isabel Dever, Juan Antonio Salas, Esperanza Regueras, Jeffrey A. Singer, Ana Muñoz, Francisco Javier Candil, Paula Reverter, Álvaro Portillo, Sofía González, Silvia López, Cristina Herrera, Jennifer Peralta, Claire Foster, Francisco Pascual, Rafa Tuñón y Evan Frost.

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La voz de la experiencia y el conocimiento

Multitud de profesionales, de todos los campos imaginables, se prestaron a ayudar a relatar una leyenda oculta, que más que leyenda, podría tildarse de contexto aberrante, arduo y grosero. Cada uno dio su punto de visto, aquí, dispones de todos.

Marina Triviño

Psicóloga jurídica

Ana Muñoz

Investigadora científica y presidenta del ECUSA

Francisco Javier Candil

Farmacéutico especializado en opioides

Rodrigo Tovar

Cirujano en Hospital La Princesa (Madrid)

Francisco Pascual

Presidente de la organización Socidragalcohol

Carla Cabané

Psicóloga especialista en adicciones